Fobia Social (2)


Ana era muy tímida desde la infancia. Se veia torpe y poco agraciada en comparación con sus compañeras. En la pubertad la situación empeoró: "Si un chico me dirigía la palabra, notaba cómo se me encendian las mejillas". En las clases no se atrevía a abrir la boca, "por miedo a que se me notase lo nerviosa que estaba y los compañeros me compadecieran". Cuando un amigo de sus padres le ofreció formarla como administrativa en su empresa, interrumpió los estudio. Tenia 17 año y su deseo más ardiente era poner fin al calvario del aula.

Los fóbicos sociales tienen peores notas en la escuela, ganan menos y raramente se casan. Esto rige sobre todo en aquellos que no sólo tiemblan ante una o dos situaciones, sino ante múltiples. Este subtipo "generalizado" representa alrededor de un tercio de los afectados. Sin tratamiento, el trastorno se torna crónico. Dura, de promedio, entre 20 y 30 años. A veces, la vida entera.

En relación con sus miedos, las cosas no cambiaron tras interrumpir sus estudios, Diriase que habia salido de guatemala para entrar en guatepeor. Durante su formación de secretaria se le indicó repetidas veces:"si no sabes algo,¡pregúntalo!. Ir al comedor lo vive como un viaje al infierno: tiene que conversar con compañeros, a lo que apenas conoce. Para las celebraciones de la empresa encuentra excusas. Se le reconoce su seriedad y responsabilidad en el trabajo, pero su jefe le repite, una y otra vez, que debería participar más.
Después de haber rechazado, con subterfugios, cursos de ampliación y perfeccionamiento, se decidió por fin a emprender algo. Su médico de cabecera le recomienda una terapia cognitiva de la conducta. Por buenas razones, pues la proporción de éxitos es alta: cuatro de cada cinco sociofóbicos mejoran. David Clark y Anke Ehlers, del King´s College de Londres, registraron, en el año 2006, un resultado aún mejor: el 84 por ciento de los pacientes estudiados por ellos ya no se atenían, tras el tratamiento, a los criterios del diagnóstico; estaban, por así decir, curados.

Hasta ahora no se han corroborados resultados semejantes para ninguna otra forma de terapia. Ni siquiera los medicamentos pueden competir. Ewa Mörtberg y sus colegas del Instituto Karolinska de Estocolmo compararon, en 2007, el efecto de un antidepresivo ( que incrementa el nivel de serotonina) con terapias individuales y de grupo. Los inhibidores de reposición de serotonina se han mostrado eficaces a menudo. Pero un año despúes la terapia aislada y personalizada, los pacientes sufrian menos los síntomas del miedo que sus camaradas, que habian tomado el medicamento o habian participado en sesiones colectivas.

Ulrich Stangler y Thomas Heidenreich habian probado, ya en 2003, en un estudio realizado en la Universidad Goethe de Frankfurt, que las entrevistas individuales son más eficaces que una terapia de grupo. Más del 80 por ciento de los pacientes que habian seguido una terapia personalizada experimentaban una clara mejoria; entre los que seguian una terapia de grupo, el porcentaje de mejoras apenas si alcanzaba el 50 por ciento. La terapia personalizada seguía surtiendo efecto incluso más tarde: seis meses después, les iba aún mejor a los pacientes que al final de la terapia, mientras que los que habian participado en terapias de grupo no habian hecho ningún progreso.
Autor: Chistiane Gelitz

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